A partir de la dictación de la Resolución 336 del Ministerio de Salud, de 12 de junio de 2013, en Chile está vigente el Protocolo de Vigilancia de Riesgos Psicosociales en el Trabajo (11) que hace obligatoria la medición de este riesgo con el instrumento Cuestionario SUSESO/ISTAS21, y dicta una normativa para la intervención en los lugares de trabajo que muestren un alto nivel de riesgo. Conocer los lugares de alto riesgo permitiría concentrar los esfuerzos preventivos.

Extracto de Rev Chil Salud Pública 2014; Vol 18 (1): 52-60
Distribución del Riesgo Psicosocial Laboral en Chile – Juan Pérez-Franco
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El riesgo psicosocial laboral (RPSL) ha sido reconocido como un factor de creciente importancia para la salud de los trabajadores. La prevención de este riesgo está vinculada a la posibilidad de diferenciar aquellas actividades económicas donde se concentra.

A partir de la base de datos ENETS 2009-2010, aplicando análisis factorial y de consistencia interna (alfa de Cronbach), se determinó la presencia de 11 escalas de RPSL. Con ellas se realizó un análisis de las actividades económicas (de acuerdo a la Clasificación Industrial Internacional Uniforme) en Chile. Resultados: El mayor RPSL se concentra en:

  • servicios administrativos y de apoyo (oficina, aseo y jardinería)
  • hogares familiares (trabajadoras domésticas) y
  • retail (grandes tiendas y supermercados).

Los RPSL más elevados son:

  • el incumplimiento de la seguridad social
  • la insatisfacción con el nivel de salarios, y
  • la carga de tareas domésticas.

A la inversa, los menores niveles de RPSL son:

  • el sentido del trabajo, y
  • la ausencia de abuso.

El abuso, de una manera contraintuitiva, destacó como una dimensión de bajo nivel de riesgo. En la mayoría de las dimensiones las mujeres son las más desfavorecidas, concentrando mayores niveles de RPSL.

El nivel de RPSL en Chile no está uniformemente distribuido y son las mujeres las que se exponen a mayores niveles de riesgo. Estos hallazgos permiten diseñar políticas focalizadas de intervención sobre el RPSL.

Los lugares de mayor RPSL son los servicios administrativos y de apoyo, que incluyen actividades de oficina, paisajismo/jardinería y el aseo de oficinas, estas últimas mayoritariamente desempeñadas por mujeres, seguidos de cerca por los hogares familiares, es decir, como empleadores de trabajadoras domésticas que, también, en su mayoría son mujeres. Enseguida se encuentra el comercio de grandes tiendas (retail) y los servicios de asistencia social/hogares de menores, ancianos y otros.

Las actividades que se destacan con menor RPSL, son la administración pública, las fuerzas armadas y, al final de la escala, la educación superior. Las diferencias por sexo son significativas, las actividades con mayores diferencias que desfavorecen a las mujeres son las inmobiliarias, agricultura/ganadería, retail, e informática/comunicación.

En respuesta a las tres preguntas que se mencionan al inicio de este extracto, y de acuerdo a los resultados de esta investigación, se refleja que:

  • existen diferencias en el RPSL entre las actividades económicas
  • existen diferencias de género, siendo las mujeres las más desfavorecidas en la mayoría de las dimensiones
  • es posible identificar cuáles son los mayores riesgos psicosociales en cada actividad económica.

Es llamativo que no sea el abuso el principal riesgo psicosocial que enfrentan los trabajadores en Chile. Esto debe destacarse, porque normalmente el abuso (la percepción de actitudes autoritarias, injustas, discriminatorias o de humillación, o el temor a ser despedido) es una dimensión fácilmente observable y ha sido objeto de preocupación pública, como queda de manifiesto en la aprobación de la Ley 20.607 (agosto de 2012) que tipifica las conductas que llama “acoso laboral” (agresión u hostigamiento reiterados) y las incorpora al Código del Trabajo (no incluye las conductas de acoso sexual, tipificadas en la Ley 20.005/2005), y por eso hemos preferido mantener la denominación “abuso” en vez de “acoso”).

Por el contrario, el abuso es una dimensión de muy baja intensidad en el trabajo y apenas ocupa el penúltimo lugar entre las 11 dimensiones medidas.

En cambio, es:

  • la falta de respeto o incumplimiento a la seguridad social (el uso del descanso maternal y por enfermedad del niño, el acceso a indemnización por desahucio), y
  • los bajos niveles de satisfacción con el salario,

las dos dimensiones que aparecen con mayor gravedad, seguidas a cierta distancia por:

  • la dimensión carga de tareas domésticas e influencia (es decir, la posibilidad de controlar el ritmo y las características del trabajo, que se traducen probablemente en la sensación generalizada de cansancio de la que se quejan los trabajadores chilenos)
  • la presión en el trabajo (la exigencia de trabajar sin pausa con la imposibilidad de mantener al día las tareas y la tensión y cansancio resultantes)
  • la baja calidad del liderazgo (capacidad del jefe para resolver conflictos, planificar el trabajo, escuchar a los subordinados, generar oportunidades de desarrollo), y
  • la dificultad para acceder a permisos (para ir al médico, hacer uso de licencias, tomar vacaciones o feriados o atender problemas familiares).

Todas estas dimensiones superan ampliamente al abuso, pero probablemente son más “invisibles” desde el punto de vista mediático. Al contrario, es el sentido del trabajo la dimensión que aparece como el gran factor protector en el trabajo en Chile, seguido de cerca por el abuso (es decir, por la ausencia de abuso). Esto es, los trabajadores mayoritariamente reconocen un sentido en el trabajo que realizan y que no existen de manera generalizada situaciones de abuso.

La dimensión de sentido del trabajo es más valorada en las actividades del Estado que en las privadas. De hecho, llama la atención que las actividades de asistencia social y hogares de acogida (menores, ancianos y otros), básicamente de tipo estatal, aun cuando concentran un importante nivel de RPSL, sean actividades con bajo riesgo por sentido del trabajo (es decir, son trabajos con alto sentido), lo que es compartido por el Poder Judicial/policía/ gendarmería, por la educación básica y media, salud, educación superior, minería, administración pública, servicios profesionales y fuerzas armadas.

En el extremo elevado de esta lista (mayor riesgo) se encuentran las actividades de los hogares familiares y el retail (grandes tiendas y supermercados). Estas dos actividades son las que concentran el nivel de mayor riesgo por sentido del trabajo, esto es, son las actividades que tienen menor sentido de la labor realizada. Como dato interesante, las actividades artísticas y de entretención se encuentran en el segmento superior de riesgo en esta dimensión. Son actividades con escaso sentido, según los trabajadores que laboran en ellas.

Los servicios administrativos y de apoyo al resto de las actividades económicas, (juniors, oficinistas o empleados administrativos sin calificación, jardinería y aseo de oficinas) concentraron el mayor nivel de riesgo. Es en esta actividad económica donde el abuso, aun cuando es de una intensidad menor al resto de las dimensiones, muestra su peor nivel. Estos servicios también concentran el mayor riesgo por liderazgo, por ambiente laboral y por riesgo global. Llama la atención, en cierto modo, el alto nivel de RPSL en los hogares familiares como unidades de empleo (esto es, empleadas domésticas) y esto en múltiples dimensiones, pero sobre todo en el incumplimiento a la seguridad social, en la insatisfacción por el salario y en la ausencia de sentido de la labor realizada, lo que sin duda muestra un problema de carácter social y probablemente cultural. Esta actividad también concentró los mayores puntajes en las dimensiones de “doble presencia” en el Cuestionario SUSESO/ISTAS21 (carga y preocupación por las tareas domésticas), lo que probablemente refleja las condiciones de un trabajo que debe hacerse dos veces, en el hogar de contrato y en el hogar propio. El tema es particularmente complejo porque no es fácil diseñar una política pública dirigida a este sector de la economía, dado que se sumerge en las particularidades de la vida social y personal al interior de los hogares chilenos.

El tercer lugar donde se concentró el RPSL es en las grandes tiendas de retail. Aunque en estas actividades solo destacó la dimensión “permisos” como riesgo máximo, la media de riesgo se encuentra por sobre la de otras actividades económicas. En el extremo bajo de riesgo se encuentra la enseñanza superior, las fuerzas armadas y la administración pública, que serían las más favorables para el trabajo de las personas. En Chile, son las situaciones que se encuentran en la esfera de lo que llamamos “riesgo invisible” las que concentran la mayor gravedad; entre ellas la principal es el irrespeto por la seguridad social, en particular el descanso maternal y por niño menor y el pobre acceso a la indemnización por desahucio del contrato. Sin embargo, esta puntuación elevada probablemente esté mostrando una percepción de temor por ejercer estos derechos (por ejemplo, temor al despido luego del embarazo, o por presentar una licencia médica) más que a una carencia real de aplicación de la ley, que en Chile es bastante rígida en estos ámbitos.

Otras dimensiones de elevado riesgo son la falta de satisfacción con los salarios (parte de la dimensión desbalance esfuerzo-recompensa del modelo de Siegrist), la escasa influencia sobre la labor (la latitud de control según el modelo de Karasek-Theorell-Johnson), y la excesiva presión por cumplir la tarea (la dimensión demanda de Karasek-Theorell-Johnson).

Se podría decir que, bajo estos dos modelos, el trabajo en Chile es de alta tensión y con desbalance del esfuerzo-recompensa. Mención aparte tiene la marcada diferencia de riesgo entre hombres y mujeres. Las mujeres concentran el mayor nivel de riesgo en gran parte de las actividades y en casi todas las dimensiones de RPSL medidas. Especialmente importante es la dimensión doble presencia: las mujeres concentran dos y tres veces la problemática de sus hogares junto a la del trabajo remunerado. Pero también hay que destacar la diferencia en la satisfacción por el salario y en el sentido del trabajo, siempre peor en las mujeres. Las actividades inmobiliarias, la agricultura/ganadería, el retail y la informática/comunicación concentran las mayores diferencias en riesgo que desfavorecen a las mujeres.

A la inversa, las actividades donde el riesgo es similar para hombres y mujeres, e incluso donde el riesgo es levemente mayor para los hombres, son el transporte, las fuerzas armadas, las actividades forestales y la enseñanza superior.

Las debilidades del presente estudio se encuentran en la carencia de escalas de riesgo validadas. Por ejemplo, aunque algunos reactivos (preguntas) son idénticos a los del Cuestionario SUSESO/ISTAS21 (Alvarado et al.,2012), la ENETS no consideró escalas completas sino que solo preguntas aisladas (de ahí la necesidad de realizar un análisis factorial), lo que dificulta la comparación con otros resultados. Los datos aportados en este estudio permiten sugerir intervenciones en RPSL en actividades económicas específicas. Estas son:

  • los hogares familiares (empleadas domésticas),
  • los servicios de apoyo (servicios “menores”, como jardinería y aseo y empleados administrativos de oficinas), y
  • el retail/grandes tiendas.

En términos generales, es aquí donde se concentran los ambientes laborales de mayor riesgo psicosocial para los trabajadores chilenos. Debe hacerse notar que a partir de la dictación de la Resolución 336 del Ministerio de Salud, de 12 de junio de 2013, en Chile está vigente el Protocolo de Vigilancia de Riesgos Psicosociales en el Trabajo (11) que hace obligatoria la medición de este riesgo con el instrumento Cuestionario SUSESO/ISTAS21, y dicta una normativa para la intervención en los lugares de trabajo que muestren un alto nivel de riesgo. Conocer los lugares de alto riesgo permitiría concentrar los esfuerzos preventivos.